En Cracovia, lejos de su Pamplona, Eneko Satrústegui es un ídolo. Admirado allá por donde ha pasado por su profesionalidad e implicación en los proyectos, en el Wisla Kraków ha conseguido devolver la ilusión a la afición tras el título de campeón de Copa y ahora quiere rematar el curso con el ascenso a Ekstraklasa, previa clasificación para los playoffs de ascenso. Pasados los días de euforia y felicidad, toca centrarse en liga ya que el retorno a la máxima competición es el objetivo por el que el zaguero hizo las maletas el pasado verano. Hablamos con él para que nos cuente cómo ha sido este año.
Menudo final de temporada, campeón de Copa y peleando por los playoffs de ascenso a Ekstraklasa…
Pues sí, quién me lo iba a decir a mí, como le he comentado a más de un amigo. Ese título es la recompensa al sacrificio hecho durante toda mi trayectoria, yendo de una ciudad a otra buscando mi destino, lo luchado en todos los aspectos, superando malos momentos como los de las lesiones. Me he podido liberar. También me salió toda la rabia porque no estaba siendo un temporada fácil. La verdad que fue una liberación y además le dimos a los aficionados del Wisla algo positivo, algo para celebrar.
Ya eres una leyenda en el club…
Sí, firmé un balón como autor de uno de los goles (el del empate en el 99’ que mandaba la final a la prórroga) y está en el museo del la entidad. En las celebraciones con nuestros aficionados, muchos me daban las gracias y me tocaban la pierna izquierda. En esos detalles te das cuenta de que has hecho algo grande para ellos, para el Wisla, y que estarán eternamente agradecidos.
Tras el gol, ¿notas que te conocen más por la calle?
Claro, o al menos ahora se dirigen a ti. Antes me reconocían, pero no decían nada, se quedaban mirando. Ahora se acercan y te dan las gracias, además de animarme a que sigamos peleando por el playoff y el ascenso a Ekstraklasa.
Un equipo de Segunda en competiciones europeas…
Algo inusual, sí. Pero es que peleamos de tú a tú a un rival de Primera División y de los mejores. Y en semifinales eliminamos al Piast Gliwice. Será bonito para la entidad, pero ahora todos estamos centrados en conseguir el ascenso porque la presencia en la máxima categoría es lo que le permitiría dar un paso de gigante al club.
¿Cómo fue todo lo que rodeó al partido y el choque?
Desde el día previo vivimos momentos especiales. Entramos por la tarde en el estadio, que está reservado para grandes citas y la selección, y es espectacular. Había aficionados cerca del hotel e incluso algunos alojados en el mismo que te animaban y te entraban ya los nervios. El día de la final llegamos al estadio dos horas antes, salí al terreno de juego y nuestra afición ya tenía su grada repleta y no paraba de animar. No empecé el partido de titular. Estaba calentando en la banda y el lateral derecho tuvo unas molestias. El míster hizo un cambio de posiciones y me sacó a mí, me pilló un poco por sorpresa. Lo único que me dijo es que si estaba listo para salir y yo estaba loco por hacerlo, me veía de sobra preparado. Tenía muchas ganas.
¿Veías con opciones al equipo?
Desde el principio fuimos superiores, tuvimos las mejores ocasiones. Y eso te refuerza con el paso de los minutos. No nos vimos sometidos ni mucho menos por un equipo de superior categoría, pero la calidad de ellos podía decidir el choque en cualquier momento. Nosotros los respetamos, pero jugamos sin miedo y terminamos ganando.
El gol te lo habrás puesto mil veces…
El vídeo original unas cuantas, pero me gustan más los que he visto de aficionados, infinitos.
¿Cómo fue la acción del gol?
Nos hacen una falta en la salida de balón en nuestro campo y nosotros sabemos que es la última oportunidad que teníamos para forzar la prórroga. El banquillo rival ya estaba protestando por el tiempo añadido y porque adelantamos la falta unos cuantos metros, mientras que su afición ya estaba celebrando el título. Nos fuimos todos arriba. Yo sabía que uno de mis centrales o el delantero iba a peinar el balón, lo tenía claro. Así que me perfilo al lado de ellos, me puse a la espalda de ellos. Confiaba en que iba a pasar. Y tenía que estar pendiente del fuera de juego, estaba al límite. Cuando ocurrió y me cayó el balón, pausa y tranquilidad para esperar a que saliese el portero para batirlo.
Llegó la locura…
Me dieron ganas de gritar, de llorar, pero no era el gol definitivo. Quedaba todavía mucho por delante. Nos íbamos a la prórroga.
Con el segundo…
No sabes ni que decir ni qué hacer. Yo estaba cómodo en el terreno de juego, pero quería que se acabase ya el partido, disfrutar de la celebración. Veía la cara de mis compañeros polacos, era la copa de su país, algo muy importante para ellos. Este título ha sido sin duda la mejor experiencia de mi vida deportiva.
¿Os llegó la repercusión que tuvo en España vuestra hazaña?
Sí, a mí por ejemplo me entrevistaron todos los medios de Navarra. Hemos salido en los informativos deportivos a nivel nacional. Es que ha sido un título muy importante para un club con mucha representación española.
Ahora a ponerle la guinda con el ascenso…
Si lo conseguimos enmarcan nuestras camisetas (ríe). Vamos a por ello. Vinimos aquí para devolver al Wisla Kraków a Ekstraklasa.
Aunque parezca que ha ido todo bien, la temporada no ha sido fácil…
Los cambios cuestan a nivel individual y colectivo. La cultura es diferente. Aquí nadie ha venido de turismo, sí a hacer cosas importantes. Yo tengo la ilusión de un chaval y acepté este reto sabiendo todas las consecuencias, porque es un club histórico de Polonia en Segunda División. No ha sido un año del todo bueno a nivel individual, he tenido lesiones que me hicieron salir del equipo, hubo momentos malos. Por eso digo que el gol fue una liberación.
¿Cómo es la segunda de Polonia?
Yo creo que se puede asemejar a la española en cuanto a físico. Hay muchos jugadores con envergadura, las acciones a balón parado son decisivas y todas acaban en el área. Esto te exige mucha mentalidad, atención en la estrategia. Hay nivel y cada año se invierte más en plantillas, en infraestructuras, todo es más profesional. Luego te tienes que adaptar a la climatología, que cambia mucho las condiciones de los terrenos de juego, sobre todo en invierno donde en muchos partidos hay nieve.
¿Cómo fue el salir de España?
Había tenido la oportunidad temporadas atrás, pero no se dio. El verano de 2022 ya había conversaciones con el Wisla, pero decidí quedarme en el Racing de Santander. Al año siguiente era el momento de dar el paso. Me gustó el proyecto que me presentaron y también ayudó que había muchos españoles en la plantilla. Se mezcló todo. A ello hay que añadir que la ciudad es muy atractiva, con mucho turismo y la gente te habla en inglés en todos los lugares. En invierno tuve la oportunidad de regresar a España con propuestas interesantes, pero las descarté. Yo si acepto un proyecto voy hasta el final con él. Siempre confié en el club y las posibilidades que tenemos.
Por cierto, el CD Castellón ha vuelto a Segunda y el Racing pelea por los playoffs a Primera…
Me gusta que mis ex equipos peleen por cotas altas. Segunda División es la categoría que se merece, como mínimo, el CD Castellón por la afición que tiene. Y de lo que está haciendo el Racing me siento un poco protagonista. Los que fuimos con el club en Primera RFEF y logramos el ascenso pusimos la semilla de lo que está pasando ahora. Me alegro mucho por sus éxitos.
Desde que te uniste a EmartSoccer hemos disfrutado de ascensos, campeón de Copa en Polonia y pelea por el ascenso a Ekstraklasa. ¿Lo siguiente?
Pues ojalá seguir con esta dinámica, que sigamos disfrutando de la mano de buenos proyectos. La verdad que no me puedo quejar de nada, ni en los proyectos deportivos que se me han presentado ni en el trato del día con todos los que forman parte de la agencia. Yo estoy más en contacto con Eduardo y Vila, pero con todos los que he conocido ha sido extraordinaria la relación. Así es fácil centrarte en el día a día de tu equipo.